Alfaro no quiere ver el terrible desastre que está a punto de dejarle a quien lo va a suceder en la gubernatura. Su soberbia e interés por limpiar su imagen lo llevan a negar la más grande crisis de desaparecidos. Cae en la imprecisión, al grado de negar lo que las fichas de búsqueda señalan respecto a los 15 desparecidos en la zona de la Nueva Central Camionera. Se atreve a negar esa cifra y a revictimizar al señalar que muchos se van por cuenta propia. Es así que, mientras colectivos de madres buscadoras hablan de “este panteón clandestino en el que se ha convertido Jalisco”, Alfaro, con declaraciones a la ligera, pide hablar “con prudencia de estos temas”. ¿Que no debería empezar él por hacerlo?