Desde el Búnker
Sábado 15 de febrero de 2025. La especialidad de la clase política jalisciense, y de quienes han estado al frente del Gobierno del Estado en las últimas administraciones, es dejar pasar todo; luego, acusar ineficacia del gobierno federal y guardar un silencio aberrante ante el avance del crimen organizado y el control territorial, logístico, social o hasta administrativo que éste tiene en amplias zonas del estado.
La Región Valles, y sobre todo Los Altos de Jalisco, son sólo una muestra de ello. Los narcocampamentos descubiertos en Teuchitlán, el sofisticado sistema de vigilancia que instala tranquilamente la delincuencia, que pone “halcones” por todos lados y garantiza tener a policías como sus empleados, es, aunque no se quiera ver, el inicio de la descomposición del Estado de Derecho en lo que se refiere al libre tránsito y a la posibilidad de desempeñar cualquier actividad lícita, sin ser molestado por nadie.
En Jalisco están por cumplirse 20 años del inicio de la pérdida de esos preceptos legales en algunas regiones. En la zona metropolitana se escucha con mayor frecuencia la denuncia entre vecinos, abarroteros, carniceros, empresarios o comerciantes que se quejan por el aumento de extorsiones o el “cobro de plaza”, que incluso ha llevado a cientos de estos a cerrar sus negocios. Esto es un secreto a voces que no se quiere ver ni por gobiernos estatales ni federales.
La quema de dos grandes negocios en fechas recientes y el “cobro de piso” por todos lados hace que Jalisco se convierta poco a poco en una entidad cada vez menos atractiva para la inversión o para vivir. Y no es exageración, como a veces quiere hacer creer la autoridad que cuestiona a medios de comunicación. Es una terrible realidad.
El Jalisco profundo no tiene nada que ver con los preparativos para el mundial de futbol. El Jalisco que pretende imponer la delincuencia es aquel donde los narcos operan completos sistemas de videovigilancia para ver quién entra o quién sale de los pueblos, tal como se vio desde hace 15 años en Lagos de Moreno, y en donde los delincuentes tenían el descaro de utilizar la propia antena de radiotransmisión de la policía municipal para sus fines.
En Teocaltiche, y ahora en Villa Hidalgo, queda demostrado que la delincuencia avanza en su esquema de control de las regiones y lo hace con sofisticados aparatos de video o con vehículos acondicionados para la guerra, como el vehículo tipo “monstruo” que descubrieron en Villa Hidalgo.
Los delincuentes demuestran desde el año pasado que cuentan con uso de drones artillados para atacar a policías o enemigos, como pasó en junio en Villa Hidalgo y llegan al extremo de mandar al municipio qué comisario poner.
En Tlajomulco hace poco se descubrió que la delincuencia cuenta con minas terrestres para atacar a sus adversarios.
Ante esa situación, queda claro que, en Jalisco, o la nueva autoridad se faja los pantalones y trabaja en serio para recuperar la paz y el orden, o terminarán siendo parte de la deshonrosa lista de todos aquellos que por negligencia o contubernio se dedicaron a entregar el estado al hampa.