Redacción Revista CG
Miércoles 17 de septiembre de 2025.- Luego de una semana de tensión y de intentos en toma permanente de edificios en la Universidad de Guadalajara, y después de un largo puente de descanso con motivo de las fiestas patrias del 2025, este miércoles 17 de septiembre, alumnos y maestros regresan a clase, pero lo hacen en medio de una casa de estudios fortificada o blindada, lista para atender cualquier disturbio o nuevo intento de toma de instalaciones que se pudiera suscitar en planteles o centros universitarios.
Los inconformes han logrado golpear donde más duele, en la tranquilidad de la universidad, y han exhibido a la FEU como un organismo que, lejos de encausar los reclamos o las demandas del alumnado, vive convertida en una federación dedicada al control del alumnado sin importar –muchas veces- los justos reclamos.
Los de la protesta (pocos o muchos), han logrado sumar para su causa la inconformidad de estudiantes en centros universitarios donde detectan problemas o fallas de infraestructura para el desarrollo de la vida académica, broncas con los horarios para la impartición de las clases, condiciones adversas en distribución de cargas horarias y lo que ellos consideran la deficiente formación docente, en el caso de muchos maestros, y pareciera que hasta ahí la movilización tiene justificación.
Pero luego viene en el análisis la necesidad de observar de manera objetiva lo que pasa en un apartado pantanoso y que obliga a pensar ¿quiénes son los interesados en afectar la “paz” universitaria o qué intereses oscuros se mueven tras la protesta de aquello que se identifican como jóvenes comunistas movilizados?
Como un punto perdido en los reclamos de los inconformes y dentro de su pliego petitorio, aparece la exigencia de espacios libre para el consumo de droga y luego se descubre que algunos de los que encabezan ese grupo, no son alumnos de la casa de estudios, y existe la denuncia por parte del sindicato de administrativos que entre los que protestan, aparece un joven identificado como supuesto narcomenudista y exhibido en redes sociales como uno de los involucrados en la trifulca suscitada en el edificio administrativo.
El problema parece menor, pero puede ser de muy graves consecuencias si se comprueba que en efecto, detrás de quienes quieren buscan tronar la elección de nuevos consejeros del CGU y pretenden anular la existencia de la FEU, hay personas ajenas a la universidad.
El tema es un asunto altamente sensible y de gran responsabilidad para los directivos de Ciencias Sociales y de toda la universidad por el problema que se arrastra desde hace más de dos décadas el CUCSH, en donde alguien bautizo al área de Filosofía como “El Jardín de los Pachecos”, debido a la permisibilidad del consumo de enervantes y de bebidas alcohólicas en instalaciones universitarias, sin que nadie pusiera un alto a ese asunto.
Lo que queda claro es que mientras la universidad se blinda para enfrentar movilizaciones de inconformes y estudia el pliego petitorio para desactivar los problemas que se denuncian, la contraparte se fortalece y busca la forma de hacer la guerra, sin tomar en cuenta el riesgo de convocar a intereses ajenos al sentir universitario o el riesgo de que se cuelen grupos ligados al crimen organizado.

