Desde el Búnker
Viernes 12 de septiembre de 2025.- En unos cuantos días el número de seguidores de la Unión de la Juventud Revolucionaria (UJRM), ligada al llamado Partido Comunista México, Marxista-Leninista (PCM), incrementó su presencia en redes y pasó de 3 mil seguidores a cerca de 10 mil.
El dato parece irrelevante, y que a nadie interesa, pero habría que tomar en consideración que el principal éxito en el aumento exponencial de seguidores tiene que ver con la protesta detonada al interior de la Universidad de Guadalajara (UdeG), en medio de una movilización y de toma de instalaciones, en donde inconformes y autoridades se acusan en forma mutua de actos de violencia, tal como sucedió por unas horas en el vestíbulo del edificio y por un día en la toma del edificio “A” del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).
Dice la llamada Juventud Revolucionaria, que busca democratizar la UdeG y empieza por desconocer a la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), un organismo que reemplazó a la temible Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), aquella que ostentaba la filosofía del “marxismo teórico y pistolerismo práctico”.
La UJRM, adelantó desde febrero que el 16 de noviembre celebrara en Guadalajara su Congreso Nacional Ordinario, y para ello se tiene como principal objetivo, las reivindicaciones del proletariado de México y las demandas de los jóvenes estudiantes en el país. Y se esfuerza porque el principal escenario, su presencia de lucha, sea la protesta y los cambios que exigen al interior de la UdeG y desde ahí levantar la bandera en pro de Palestina libre, desde Jalisco, exigiendo que la institución se pronuncie en favor de los palestinos.
Imagínese el tamaño del reto de los inconformes: El organismo que ahora irrumpe en la UdeG pretende anular las elecciones para los nuevos integrantes en el proceso de renovación del Consejo General Universitario, y dar portazo al desarrollo interno del máximo órgano de gobierno en la universidad.
Dicho de otra manera, la protesta busca tronar elementos sustantivos en la llamada gobernabilidad de la UdeG. El problema es que eso suena imposible de aceptar, porque un hecho así seguro que será interpretado o visto como un grave intento de romper la autonomía universitaria, que logró la casa de estudios hace más de 30 años.
La universidad, con una población estudiantil de más de 330 mil estudiantes y cerca de 30 mil trabajadores (entre académicos y administrativos), difícilmente aceptará ser superada en sus órganos de gobierno y de control por menos de 70 jóvenes disidentes que se dicen comunistas.
El gran riesgo para quienes hoy gobiernan en la UdeG es que la protesta sea un pretexto para defender intereses ajenos a la casa de estudios, y que más allá de la bandera de la lucha por la democracia -que es válida-, grupos ajenos busquen crear una crisis dentro de la institución.
Sorprende que, hacia el tercer día de actos y protestas dentro de los planteles de la casa de estudios, y lo que muchos en la universidad describen como una provocación, la nota se hace pequeña o de plano desaparece en muchos de los grandes medios de comunicación y bajo ese escenario vale la pena preguntarse: ¿Alguien sabrá el porqué del gran silencio que guarda el gobernador ante los hechos que golpean en la universidad?