La expectativa sobre la posible anulación de las elecciones en Jalisco tiene a Lemus con el “Jesús en la boca”. Pablo parece “perico bañado” y no se cansa de repetir que 200 organizaciones del sector privado avalan su triunfo. En Puerto Vallarta camina de la mano de Alfaro como queriendo dar una imagen de unión y sus publicistas inundan las redes en un intento de presionar al Tribunal Electoral de la Federación, en su desesperación por ser ratificado como gobernador electo. ¿A poco Lemus no sabe que la decisión del Tribunal no es cosa de desplegados firmados por sus amigos?