Desde El Búnker
Alberto Osorio
Martes 15 de julio de 2025.- La madrugada de 12 de julio la tranquilidad del barrio Balcones de Oblatos, en el oriente de Guadalajara, fue quebrantada por los tres disparos de un rifle R-15. Dos detonaciones se perdieron en el aire, la tercera fue un tiro letal y directo contra la anatomía de Karla, la joven que instantes antes y a grito abierto confrontaba a su amigo, y que -según testigos- le gritaba que sacara su “R”. Segundos antes ella golpeaba la camioneta de su agresor con una escoba.
Era la 01:36 AM, y los hechos se desarrollaban en el cruce de Hacienda de Cedros y Hacienda de los Pozos. Apenas un minuto después de esa hora, una cámara de videovigilancia graba el momento en que el sujeto le dispara a la mujer y ella queda tirada en el suelo muerta de manera fulminante. En el acto seguido se ve al agresor que guarda su rifle en el asiento trasero de una camioneta blanca y huye del lugar sin que nadie lo detuviera.
El lunes la Fiscalía de Jalisco notifica que encontraron el vehículo del agresor en Tlajomulco, pero no reportan la detención del homicida. Después de 24 horas, por fin el pronunciamiento de la fiscalía da indicaciones de la existencia de autoridad, pero antes de ello parece que nada operó para tratar de detener al feminicida.
Se menciona que el agresor ya está identificado, e incluso los vecinos lo ubican como un hombre que frecuentemente alteraba el orden esa colonia de Balcones de Oblatos y le gustaba circular a alta velocidad en su camioneta.
No se reconoce el accionar del sistema de videovigilancia del C5 para atender el caso, nadie sabe si acaso el polígono de vigilancia por parte de la Policía de Guadalajara persiguió al agresor o cuánto tiempo después de ese trágico hecho, logró reaccionar la Policía municipal, en un crimen ocurrido en plena zona metropolitana.
Por desgracia y por enésima ocasión queda de manifiesto que quienes cometen un delito se atienen a que en Jalisco la estadística marca que el grado de impunidad supera el 99% de los casos.
Apenas hace unos días el gobernador Pablo Lemus se jactaba de decir que los homicidios habían bajado más de 25 por ciento en Jalisco y contrario a su actitud felizóloga, muchas horas después de la tragedia, el lunes el mandatario dejó entrever una autocrítica a las llamadas cifras alegres: “Evidentemente cuando sucede un feminicidio como el que se presentó la madrugada del sábado al domingo, es algo que echa para atrás todas las cifras, esa es una verdad que no podemos tapar”, dijo. Pero a Lemus se le olvidó cuestionar la eficiencia del famoso C5, que como en otros casos, una vez más no operó para bien.
De lo que no dijo nada el mandatario, fue sobre el asesinato de cuatro integrantes de la familia de un prestamista, en San Cristóbal de la Barranca en donde pierde la vida él, su pareja, un menor de casi tres años y una adolescente. Un múltiple crimen donde se investiga a un policía de Zapopan como uno de los culpables de esa masacre y al propio hermano del padre de familia (víctima).
Por desgracia, la Policía de Zapopan, según denuncias de los propios vecinos de la exvilla maicera, es un cuerpo de seguridad fuera de control y algunos de sus agentes evidencian que trabajan al lado de los criminales.
En la zona de carretera a Colotlán, por el rumbo de Los Molinos, o Tesistán, cualquier persona que circula en un carro con placas de otros estados, sabe que seguramente será detenido y que será extorsionado con miles de pesos ante la amenaza de quitarle el vehículo.
Así las denuncias y los hechos que evidencian cómo trabajan muchos elementos de la Policía de Zapopan. ¿Sabrá de estos hechos el flamante alcalde Juan José Franguie? Y si lo sabe, ¿hará algo al respecto para evitarlo?