Alberto Osorio
Desde El Búnker
Martes 17 de junio de 2025.- Dicen quienes fueron a la marcha lésbico-gay del pasado sábado, que a esa convocatoria respondieron 420 mil personas; hay quienes aseguran que sólo fueron 200 mil. Cualquiera que sea la cifra, parece que el tema es como un mar de almas liberadas o con ganas de ver a la sociedad de un solo bando.
Afortunadamente, el fin de semana prevaleció la paz en las calles de la gran metrópoli y se impuso la tolerancia, la actitud civilizada para coexistir y las ganas de manifestarse públicamente de parte de cada grupo.
En el bando de quienes sacaron a relucir trajes llamativos, tangas multicolores o simplemente “alas” blancas, aparecieron consignas de respeto a los derechos humanos y de un alto a la xenofobia, la discriminación y el racismo.
En la presidencia municipal de Guadalajara, donde gobierna la emecista Verónica Delgadillo, aparecieron grandes banderas con los colores del arcoíris. En Zapopan, días antes el alcalde Juan José Frangie, organizó una reunión de carácter internacional para presumirse como una ciudad incluyente.
En Tlaquepaque, el gobierno de la morenista Laura Imelda Pérez autorizó pintar algunos de los principales cruces los cruces de calles de los mismos colores relucientes que acompañan la causa de la comunidad lésbico-gay.
Al día siguiente de esa gran movilización, y como respuesta a la denominada marcha “Guadalajara Pride”, la Iglesia Católica convocó a miles de feligreses a participar en la misa del mediodía, encabezada por el cardenal Francisco Robles, a celebrarse al interior de la Catedral Metropolitana, un edificio que en sus muros externos exhibe las pintas marcadas por feministas del 8M, en donde acusan a clérigos de pedófilos o se pronuncian en favor del aborto o en contra de la hipocresía religiosa.
Así, en el fin de semana, cuando se festejaba el día del padre y mientras en el mundo la región árabe era sacudida por ataques con drones y misiles lanzados entre Israel e Irán, acá en Guadalajara la guerra era de colores o de posicionamientos ideológicos o religiosos, algunos muy agresivos, pero todos en paz.