Desde El Búnker
Alberto Osorio
Domingo 12 de octubre de 2025.- En nueve años la romería de la Virgen de Zapopan cumplirá 300 años. Resulta difícil imaginar cuántas personas venidas de Jalisco o de otras partes del país se han sumado a esa fiesta religiosa en casi tres siglos.
Lo que si se entiende es que muy pocas imágenes religiosas logran el magnetismo para atraer a más de dos millones de personas que se mueven en un solo día en un recorrido de cerca de 8 kilómetros entre Guadalajara y Zapopan.
La figura de “La Generala” es vista como pacificadora de guerras internas, o capaz de parar la tragedia de la sequía en el lago más grande de México (Chapala), o de las inundaciones en cualquier parte de Jalisco.
No se sabe por qué, pero su capacidad de atracción es muy fuerte entre las mujeres. Las tapatías tienen su propio referente, mientras las alteñas le rinden culto a la virgen de La Candelaria.

La peregrinación del 12 de octubre es un acto civil de extrema religiosidad, marcada por un ordenamiento casi militar, con bandas de guerra y escoltas que igual se desplazan con banderas de México que con estandartes de la propia virgen. La llamada guardia de la virgen de la Expectación, tal como se le conoce oficialmente, es la que resguarda la imagen.
Los hombres y mujeres vestidos de blanco y azul, con zapatos negros resguardan el calabrote, que es una larga y gruesa soga que obliga a los romeros a mantenerse a distancia de la virgen cuando la muchedumbre quiere tocar al menos el carro donde se traslada.

Los cientos de danzantes con sus vestimentas y sus plumajes; los hombres disfrazados de espectros, con sus gritos y sus latigazos al aire y otros con sus tambores o sonidos de caracoles, indican que siempre se dicen listos para iniciar la batalla para defender a “La Generala”.
Hubo un tiempo en donde la clase alta y conservadora pretendía apoderarse de la imagen y resguardarla -para ellos en la Catedral de Guadalajara-, pero la indiada de Zapopan y los barrios de la Villa Maicera, nunca estuvieron de acuerdo. Dicen que realmente ese es el origen de la famosa llevada de la virgen, que no es otra cosa que el recorrido de la Catedral de Guadalajara hasta la Basílica de Zapopan.
Se tra

ta de un camino de más de 6 kilómetros, trazado por el rumbo de Alcalde-Ávila Camacho y que con motivo de la construcción de la Línea 3 del Tren Ligero, tuvieron que cambiar el recorrido por la avenida Américas (la antigua ruta), a pesar de la inconformidad de mucha gente, entre ellos los danzantes.
Lo cierto es que la romería de la traída de la Virgen de Zapopan, marca para siempre la vida de cientos de familias, que desde décadas, hacían de este día una fiesta y un signo de solidaridad para miles de peregrinos y danzantes.

La abuela que en paz descanse, pertenecía a la familia de los Reyes Padilla y el 12 de octubre nos levantaba en plena madrugada para obligarnos a acompañarla a la romería. Los parientes de ella que vivían a unas calles de la Basílica, convertirían su casa en un mesón para recibir a todos lo que llegaban.
El lugar era una vieja casona donde uno encontraba romeros durmiendo en el zaguán o donde se podía. En el corral se acomodaban varios tablones y sillas de tablas donde se sentaban a comer peregrinos llegados de quién sabe dónde.
En la cocina dos o tres fogones atizados con leña donde sentaban grandes ollas y de ahí salía el olor a menudo y a pozole, mientras en uno de los cuartos se acumulaban decenas de cajas de refresco hechas de madera.
Quién sabe cómo se cubrían todos los gastos, pero el 11 y 12 de octubre eran fechas muy grandes para la familia de la abuela, quizás más importantes que la Navidad.
En las calles por donde corría la romería había miles de puestos que ofrecían un pan suave que los comerciantes traían de Hidalgo, o del Estado de México, el mejor de todos era un pan relleno de ate de diferentes sabores, una tradición que sigue viva hasta la actualidad en las calles aledañas a la Basílica de Zapopan.
Para las niñas se ofrecía un ajuar de princesitas hechas con cartón y diamantina y también se vendían gorros de brujas hechas con cartulinas negra, todo era “Made in México”.
También llegaban y siguen llegando a Zapopan, los vendedores de cobijas o de ingeniosos recueros que ahí se vendían: “Fui a la romería de Zapopan y me traje esta piche camiseta”.
Que tal lo jarros de barro en forma de teta de mujer que se vendían en la romería y que en la parte alta iban adornados de una especie de pezón con una leyenda donde se leía: “Chúpale pichón”.
Hoy, en muchos comercios en torno a la romería proliferan artículos de desecho provenientes de China o de otros lugares. Hoy los gobernantes han hecho de la romería casi un acto oficial donde solo falta poner el logo del partido que gobierna.
Lejos de comercios, de intereses políticos y protagonismos, hoy también, millones de personas que llegan de todos lados, siguen fiel a su Virgen de Zapopan, a “La Generala”.
